La Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) lidera un proyecto transfronterizo entre España y Portugal sobre el río Águeda, su entorno y los efectos sobre el paisaje y la forma de gestionar el territorio
La Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) lidera un proyecto transfronterizo entre España y Portugal sobre el río Águeda, su entorno y los efectos sobre el paisaje y la forma de gestionar el territorio.
El proyecto ha sido presentado este jueves por el rector de la UEMC, Martín J. Fernández Antolín, y la directora del mismo, Isabel Monteque, en un acto al que ha asistido el delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano.
El proyecto, que abarca unos 40 kilómetros entre Salamanca y Guarda que suponen en total 2.600 kilómetros cuadrados, sirve de análisis a investigadores de Castilla y León y del país luso para evaluar los riesgos ambientales de las cuencas transfronterizas, a fin de lograr una gestión de las mismas en las que «no haya límites nacionales».
El rector de la UEMC ha asegurado que el proyecto pone en valor lo que se hace en la Universidad, algo que considera importante, y ha asegurado que el hecho de hablar de desarrollo sostenible y medio ambiente «es capital».
La directora del proyecto ha señalado que éste tiene financiación de los fondos Feder, que aportan un 65 por ciento de los 512.000 euros que tiene de coste y que pretende evaluar y caracterizar el entorno del río Águeda, en su zona fronteriza en la zona de Guarda.
Sin embargo, Montequi ha explicado que el proyecto son sólo seis meses, hasta junio 2013, por lo que se pretende ampliar para ver si se puede desarrollar en una segunda parte, ya que se ha quedado «muy corto en el tiempo».
Precisamente Ramiro Ruiz Medrano ha manifestado su esperanza de que un segundo proyecto reciba apoyo económico para su desarrollo y ha destacado el hecho de que la iniciativa surja de la Universidad Miguel de Cervantes y compita con otros proyectos, así como la contribución que supone para que no quede «sólo en las aulas».
Este Proyecto de Cooperación Transfronteriza España-Portugal (Poctep), conocido también como Proyecto Águeda, supone una iniciativa piloto promovida por la Comisión Europea, que lo cofinancia en un 75 por ciento a través de los fondos Feder.
Por su parte, el 25 por ciento restante de un presupuesto de cerca de 512.000 euros, lo aportan los organismos participantes, el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología deSalamanca (Irnasa), vinculado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas(Cesic); el Instituto Politécnico de Castelo Branco (Portugal), y la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid, a la sazón coordinadora del proyecto.
El proyecto analiza, por tanto, los 176 kilómetros de longitud de este río que nace en el municipio salmantino de Navasfrías y vierte sus aguas al Duero en la localidad portuguesa de Barca d’Alva tras hacer frontera durante 40 kilómetros entre la provincia española de Salamanca y la lusa de Guarda.
Las peculiaridades de este tipo de cuencas hace que «cualquier vertido en España afecte a Portugal» y viceversa, según ha explicado a Europa Press uno de los participantes en el proyecto, el profesor Roberto Martínez-Alegría de la UEMC.
CONCLUSIONES
La duración de Poctep será de 18 meses, los cuales empezaron a computar en enero, por lo que el 30 de junio de 2013 deberán entregarse las conclusiones.
Una vez obtenidas, los responsables de la iniciativa esperan continuar con la investigación«en función de los resultados obtenidos», para evaluar el estado del ecosistema y establecer previsiones que permitan desarrollar «ecosistemas sostenibles» que reactiven el entorno de estas zonas, las cuales cuentan con un menor desarrollo económico debido a su «periferia, tanto de Lisboa como de Madrid«.
Así, se trata de zonas «con actividad minera», con industria y agricultura y con «un tráfico muy fuerte, incluido el de mercancías peligrosas», por lo que se da la circunstancia de que, dentro de la cuenca del Águeda, existen zonas «muy contaminados por lixiviados procedentes de la minería» y otras «en un estado casi perfecto».
Los trabajos requieren «frecuentes viajes» a la zona para desarrollar muestreos de campo que permitan recoger indicadores biológicos que revelen el estado del ecosistema, como agua –de la cual se analizan sus propiedades fisico-químicas tanto en superficie como bajo tierra–, fauna, plantas, algas o suelos.
Asimismo, los investigadores de los distintos centros participantes mantienen reuniones periódicas para intercambiar experiencias a la vez que realizan «contactos diarios» a través de Internet, bien mediante un acceso privado en la página web del proyecto, a través de correos electrónicos o de las redes sociales.
El equipo de investigación cuenta con en torno a una veintena de miembros, de los cuales cerca de una tercera parte pertenecen a la UEMC, cuatro de ellos profesores, a los que se suman antiguos licenciados de Ciencias Ambientales de esta universidad como colaboradores, así como un alumno becado.
En concreto, los profesores responsables son, al margen de Montequi y Martínez-Alegría, María Ángeles Rojo y Francisco Campos. La institución académica vallisoletana, que ejerce el papel de ‘beneficiario principal’, se encarga de analizar los indicadores fisico-químicos y biológicos, así como la recogida de información a través de mapas; mientras que el Irnasa se centra en los datos que ofrecen suelos, plantas y agua, y el Instituto Politécnico de Castelo Branco desarrolla modelos de simulación que permiten «incluir incidencias para ver cómo evoluciona el ecosistema».
La idea surgió en 2010 para «resolver los temas medioambientales donde había una barrera como es una frontera», dentro de las líneas básicas planteadas por la Comisión Europea a la que concurrieron para obtener los fondos Feder.