Miles de vecinos de la provincia salmantina lucen desde hoy las gargantillas consagradas por San Blas, una tradición que se remonta al siglo IV y por la que los cristianos se anudan al cuello lazos de colores para prevenir las afecciones de garganta.
Este evento se celebra de forma masiva por parte de la Cofradía de San Blas de Ciudad Rodrigo, con más de un millar de miembros y que fue creada en 1493.
Su sede es el monasterio de La Caridad, asentamiento de las tropas de Napoleón en la Guerra de la Independencia y donde los fieles protagonizan ininterrumpidamente, desde hace 517 años, una procesión del santo para, tras la misa, adquirir la gargantilla bendecida por el párroco.
Es el momento más álgido, ya que cientos de personas se agolpan en el interior de la capilla del monasterio para adquirir la cinta bendita.
En esta edición, la mayordomía de la cofradía de San Blas ha recaído en la familia del mirobrigense Joaquín Pellicer, encargado de preparar todas las gargantillas, alrededor de 12 kilómetros de cinta, unas 19.000 gargantillas.
Los fieles la compran al precio de 50 céntimos de euros y la portarán anudada en el cuello hasta el Miércoles de Ceniza, cuando se la quitarán para quemarla.
También es habitual que las gentes de Ciudad Rodrigo compren gargantillas para enviárselas a los familiares que viven fuera de la provincia de Salamanca.
Las hay de muchos colores, aunque, por lo general, la gente las prefiere de color rojo, ya que es la gargantilla que suele llevar la imagen de San Blas.
Son muchos los municipios salmantinos que en el día de hoy rinden culto a San Blas, como Serradilla del Arroyo, Mogarraz, Corporario de la Ribera, Peralejos de Abajo, El Maíllo, Retortillo o la propia capital.
San Blas (Blas de Sebaste) fue un médico de la región turca de la Capadocia en el siglo IV y aseguran que éste libró a un niño de ahogarse con una espina, de ahí el recuerdo de las gargantillas.