desterrados en navasfrias
El destierro fue una de las secuelas de la represión en Navasfrías, que afectó a una veintena de personas identificadas, se conocen mejor que en otros pueblos, gracias a la excelente información oral, combinada con la de archivo, aunque sin duda queda mucho por averiguar.
Esto es válido para los “exilios” que afectaron a dos familias de vecinos navasfrieños, ya evocados en las “croniquillas” (27/11/2016). El caso de Félix González Alfonso (a) “Mosquita” resulta ejemplar a doble título, por el laborioso trabajo de identificación a lo largo de varias décadas, expuesta en la Represión franquista (2016: 40), y por la repercusión de su sacrificio en la familia más directa (ibíd.: 129, 307).
Como tantos otros elegidos para el sacrificio de esta comarca mirobrigense, Félix había emigrado a Francia y tuvo que volver a su pueblo natal antes de la guerra civil, bien por asuntos familiares, según el testimonio de una nieta, o a consecuencia de la crisis económica en el país de acogida. Tenía unos 50 años, era sindicalista, estaba casado y volvía con tres hijas, al parecer.
Al producirse el Alzamiento fue detenido, “por no entregar una pistola”, y llevado a un destino desconocido en su localidad, que fue de hecho la cárcel del partido judicial, de donde sería sacado con otros detenidos, con quienes sería enterrado en la finca de Campanilla (25/11/36).
Con anterioridad a Félix González había sido asesinado un navasfrieño avecindado en Moraleja, donde estaba casado: Valentín Devesa Caballero. Era padre de cuatro hijos, que han sabido conservar y transmitir su recuerdo, así como sus nietos, unos en su lugar de origen y otros emigrados.
De inicio, a primeros de agosto de 1936, la represión en Navasfrías se focalizó en la familia del alcalde republicano León Almaraz Moreiro y su yerno Ángel Ramos Navais, que era concejal y secretario de la STT local.
Según los testimonios orales, ambos se beneficiaron de la ayuda solapada de Braulio Manzano Aguilar, brigada de Carabineros y comandante militar de la plaza para fugarse a Portugal.
En esta labor colaboraron otros convecinos, que a su vez serían perseguidos, pero no se ha comprobado si Agustín Cuevas, que sería uno de los que dieron cobijo a los fugitivos, murió a consecuencia de malos tratos (N 2009).
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